miércoles, 8 de abril de 2015


Batalla de Inglaterra.

Tras la evacuación de las tropas británicas en Dunkerque y la derrota francesa, era evidente que el siguiente paso que daría  Hitler sería la conquista de las Islas británicas. Sin embargo, la superioridad de la marina británica sobre la alemana, alejaba el peligro de un desembarco inmediato.

En el mes de julio de 1940 se iniciaba el “Blitz”, una batalla fundamentalmente aérea en la que grandes formaciones de aviones alemanes llevaron a cabo constantes incursiones en territorio británico. Las principales ciudades del Reino Unido, especialmente Londres, fueron bombardeadas, a pesar de la contundente oposición de la RAF (Royal Air Force) británica.

Los objetivos no eran solo militares, sino también y, esencialmente, civiles. Los bombardeos se desarrollaron con la pretensión de desmoralizar a los británicos y forzar la capitulación del gobierno. Londres, Coventry, Liverpool, Portsmouth y otras importantes ciudades sufrieron graves desperfectos, la población civil cuantiosas bajas. Muchos niños fueron evacuados a las áreas rurales para ponerlos a salvo de las bombas.

En octubre de 1940, tras la grave derrota sufrida el 15 de septiembre por la mayor concentración de aparatos alemanes que volaban hacia Londres, el Alto Mando Alemán dio por concluidas las misiones aéreas.

Tras la "Guerra relámpago" llevada a cabo con absoluto éxito por los generales alemanes, la Batalla de Inglaterra inauguró una guerra de desgaste, para la que Hitler no estaba preparado. La irrupción de Estados Unidos en la guerra se aproximaba. A través de la " Ley de Préstamo y Arriendo" (marzo de 1941), los norteamericanos concedieron a Reino Unido un crédito ilimitado, a ser devuelto una vez terminado el conflicto. La ayuda americana fue decisiva para la defensa de las islas. Los submarinos alemanes (U-boats) causaban grandes bajas entre los convoyes que surcaban el océano Atlántico con equipamiento militar, medicinas y alimentos procedentes de los Estados Unidos. El papel de la Royal Navy en su defensa resultó tan eficaz como decisivo.


La Batalla de Inglaterra supuso un importante obstáculo en los cálculos expansionistas de Hitler. Abrió una importante brecha en el extremo occidental de Europa. Tras la invasión de Rusia en 1941, Alemania, al igual que había ocurrido en la Gran Guerra, se vio envuelta en dos frentes.


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